El 11-S: Una cicatriz imborrable en la historia
Han pasado 23 años desde que el mundo se conmocionó ante los atentados terroristas más mortíferos en suelo estadounidense. El 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones comerciales fueron secuestrados y utilizados como armas en una serie de ataques coordinados que dejaron miles de víctimas y cambiaron el curso de la historia.
Las imágenes de las Torres Gemelas derrumbándose son una cicatriz imborrable en la memoria colectiva. Aquel martes por la mañana, Nueva York se convirtió en el epicentro de un horror que fue transmitido en vivo a todo el planeta. El impacto de estos ataques trascendió las fronteras, desencadenando una guerra global contra el terrorismo y transformando la geopolítica internacional.
Cada año, el mundo se une para recordar a las víctimas y a sus familias. Los homenajes se multiplican en todo el mundo, pero también las reflexiones sobre cómo prevenir futuros actos de violencia y extremismo. Los expertos coinciden en la importancia de fomentar la tolerancia, el diálogo intercultural y la cooperación internacional para construir un mundo más seguro.
El 11 de septiembre nos dejó un legado de dolor, pero también de esperanza y resiliencia. Los actos de heroísmo y solidaridad que surgieron en esos momentos difíciles nos recuerdan la fuerza del espíritu humano y la importancia de la unidad.